La selva de Metal
Por: Bruno Sandstede
Manizales es una ciudad sin vergüenza, no les interesa que el cumpleaños de su ciudad sea un 12 de octubre. ¿Teniendo 365 días disponibles por qué eligen precisamente ese día? Me gustaría tener otra respuesta, pero lastimosamente lo eligen por su profundo conservadurismo.
Mi ciudad, que se ufana de ser una polis cultural, fue la cuna de mentes grandes como Maruja Vieira u Orlando Sierra ; aunque también de lamentables personajes como Gilberto Alzate Avendaño, Ernesto Báez o Ferney Tapasco – quienes seguro hubiesen sido muy buenos amigos de haber tenido la oportunidad de sentarse juntos en la mesa de algún bar de mala muerte–.
Si no fuera por una sola cosa ese puente del fin de semana del 12 de octubre sería horrible. Por si fuera poco el penoso espectáculo de una corrida de toros en la que hombres alcoholizados gritan “olé” ante cada embestida de un toro moribundo contra un pedazo de tela, se lleva a cabo de forma casi simultánea otro patético evento que demuestra la estulticia humana, cuando miles de personas montadas en caballos, y con ínfulas de narcotraficantes, recorren las ciudades mientras todos compiten por quién tiene el caballo más caro – y como diríamos de forma despectiva en mi tierra – quien tiene la pinta más traqueta.
Mientras todo ese desfile de heces pasa por la ciudad, como salido de una obra de Cervantes, miles de personas vestidas de negro invaden las periferias del Ecoparque los Yarumos o de Expoferias. Botas, pantalones militares y chaquetas de cuero marchan por las calles, mareas humanas vienen de todas direcciones a un mismo punto, al encuentro del Manizales Grita Rock.
Aquel 2023 debía de nuevo trabajar en el Grita – como le decimos popularmente – ese año deseaba estar de nuevo para tomar fotos y tener una excusa para poder conocer a los artistas que viajaban a nuestra ciudad:
- Mierda. ¡Tengo que viajar al Caquetá! – Pienso mientras veo que las fechas del viaje del proyecto en el que estaba trabajando coincidían con el tercer concierto de música extrema más grande del país.
- ¡Jueputa! – digo en voz alta al tiempo que busco Facebook las actividades que habrá ese find de semana en en Florencia Caquetá. Así que después de buscar un rato me decido a ver que hay en el “Rock Center”, el único bar rockero de la ciudad:
Las bandas del Macabre Metal Fest antes de subir al escenario en la tradicional barra libre del BBC para el Staff y bandas del festival
- ¿Sobibor?… ¡¡¡Sobibor!!! – Grito con todo entusiasmo al darme cuenta que una de las bandas que más admiro en Colombia estaría, después de su larga gira europea y Rock al Parque, tocando en el corazón del trópico.
Enseguida miré el resto del cartel que titulaba “MACABRE METAL FEST”:
- ¿Blasfemia?, ¿Calvario?, ¿Imperial Doom? – esto está más chimba que el Grita – dije – al tiempo que una carcajada se liberaba de lo más profundo de mi ser.
En el flyer del evento había un número de contacto, escribí un mensaje por Whatsapp con el deseo de comprar una boleta y de presentarme. Allí les contaba quien era y a qué me dedicaba en el Caquetá; así como mi profunda alegría de poder seguir teniendo una noche de rock and roll ese fin de semana.
Con detalles les comenté que hacía mucho trabajaba con temas de paz y conflicto armado, que era fotógrafo y documentalista. Y les pregunté si ya tenían quién documentase el evento.
- “Parce Bruno, la verdad es que no tenemos a nadie que documente, pero de antemano le digo muy sinceramente que a pesar de que me encantaría que alguien de la escena tomase fotos del festival no sería posible pagarle. Verá, ésto es un proyecto autofinanciado, las bandas que vienen tocaron el año pasado en Rock al Parque[1] y la mayoría sigue de gira a Europa después del Macabre[2].
Las bandas accedieron a tocar porque la verdad nosotros hacemos este festival con el objetivo de que haya Metal en el Caquetá, y que se escuchen otros tipos de música. Usted sabe bien que difícilmente un metalero o un punkero empuñe un arma algún día para un grupo armado ilegal; tener Metal aquí permite robarle una que otra alma a la guerra.”
Esta persona que estaba al otro lado de la línea era Sebastián Santa Cruz, un joven abogado e investigador universitario fundador del festival.
Yo bien sé que el Metal le roba almas a la guerra. Ramón Restrepo, vocalista de la banda Blasfemia de Medellín y quien tocaría en el Macabre Metal Fest, es uno de los personajes más antiguos de la historia del Metal a nivel mundial. De hecho, su primera banda llamada Parabellum influenció grandes agrupaciones pioneras del metal extremo en Escandinavia y Europa central; allá por el año 1986.
Durante esa misma década de los 80’s los amigos de Ramón eran reclutados por las Milicias Urbanas y Oficinas de Sicariato de los barrios populares de Medellín. Muchos de ellos fueron asesinados con una afortunada muerte fugaz entre las balaceras barriales. Otros muchos sufrieron inenarrables torturas como bien lo recordaba Caliche en una de nuestras salidas de campo de la maestría. Caliche es un punkero vieja guardia y baterista de la banda “Desadaptadoz” del barrio castilla, quien decía abiertamente que el punk había salvado su vida, pero lamentablemente no la de sus amigos.
El día del concierto fue el sábado 14 de octubre del 2023, las bandas estaban en un mirador almorzando; mientras tanto yo me encontraba en la mitad de la selva caqueteña en el municipio de La Montañita comiéndome una sabrosa mojarra ahumada. Tal y como si hubiese sido planeado por el mismísimo Satanás algo hermoso ocurrió; a eso de la 1:30 de la tarde los monos salieron corriendo por los árboles, las gallinas de la finca donde estábamos fueron al gallinero, las aves dejaron de cantar, todo se oscureció poco a poco, hasta nosotros estábamos alarmados… Nos tocó lo imprevisible. ¡Un eclipse de sol en la mitad de la selva! Tanto a las bandas como a nosotros nos tocaba el eclipse solar del 14 de octubre del 2023. No pude no pensar en ellos, debían estar maravillados haciendo cantos guturales al cielo. Era como aquel mítico concierto de Ozzy Osborne en 2017 cuando a la mitad de su canción “Bark to the moon” (Ladrarle a la Luna) se oscurecía por completo el cielo en otro eclipse.[1]
Terminó el día, llegué al hotel, me bañe, me lavé el pelo con tres litros de acondicionador y shampoo - hay que tener el pelo sedoso para poder moverlo al ritmo del metal - y me dirigí al BBC – Bogotá Bear Company, un bar patrocinador del Macabre que estaba dando barra libre de cerveza para todo el staff y bandas del evento. Tomé mi cámara y me presenté: les expliqué que al igual que ellos iba a trabajar gratis y que iba a hacer un documental del concierto; sin esperarlo todos los músicos aplaudieron y gritaron al tiempo; muchos de ellos, quienes son mis ídolos de la música, me estaban aplaudiendo, era un sentimiento de camaradería. Les hice algunos videos en cámara lenta mientras caminaba sobre la barra del bar y ellos me miraban desde abajo al tiempo que hacían la señal de los cuernos con las manos y sacaban la lengua.
Ya todos estábamos un poco borrachos, no podíamos seguir bebiendo, de ser así no habría concierto. Todos formaron equipos y se fueron en taxis, todos menos yo y Wizard. Cuando termine de leer el próximo párrafo sólo piense que Wizard y yo nos montamos en el mismo taxi en Florencia, en un viaje de extremo a extremo de la ciudad, mientras él discutía en voz alta con su novia por el celular yo veía la cara del taxista llena de miedo y odio por el espejo retrovisor.
Sonará inverosímil lo que les voy a contar, pero como dijo Boileau “La réalité n’est pas toujours vraisemblable” (La realidad no es siempre verosímil). Wizard era un hombre muy delgado y con sólo apenas 1m55 de estatura que no resaltaría en nada, en absolutamente nada, salvo por tener toda la cara tatuada de negro (incluidos los ojos), y unos implantes subcutáneos tan grandes que no se sabía si se estaba viendo a un humano deforme o a un demonio o a un carnero. También en manos y brazos completamente tatuados llevaba estos implantes. Wizard iba a hacer lo impensable en el Caquetá y por primera vez en la historia. Mientras mi banda favorita Sobibor tocaba, él se perforaría los muslos con dos ganchos gigantes para pescar bacalao y se colgaría boca abajo mientras debajo de él una multitud de jóvenes se empujaba en un pogo al mejor ritmo del metal-punk.
Wizard en el Macabre Metal Fest
Por si ya no fuera lo bastante surrealista las puertas del bar no se podían cerrar debido al fuerte calor amazónico; y al frente, mientras todo eso pasaba una fila de hombres con sombrero, cadenas de oro, bigote y botas con espuela veían con odio a todos los peludos que estábamos dentro. De su lado sonaban narcocorridos mexicanos que contaban las historias de entregas de droga en submarinos a Estados Unidos, del nuestro sonaba la canción de Sobibor de “El puño en alto”[2] que narraba la resistencia juvenil del estallido social del Paro Nacional del 28 de abril de 2021.
Wizard en suspensión corporal mientras Sobibor está tocando
Era el imaginario del metal contra el imaginario del narcotráfico. Era la metáfora más hermosa que pudiese existir.
Una pregunta que me hacen a menudo es: ¿Por qué haces fotografía? La respuesta es obvia con esta historia. “Hago fotografía para que me crean cosas que son reales pero que parecen inverosímiles”.
Aquella noche grabé y entrevisté a todas las bandas; la respuesta de la banda Calvario me pareció especialmente magnífica.
- Parceros de Calvario, cuéntenos por favor que género de metal tocan ustedes, por qué vinieron de la fría Bogotá al Caquetá y cuálcu es la canción que más ganas tienen hoy de tocar aquí – pregunté.
- Te vamos a contar, nosotros somos Calvario, este año cumplimos 20 años de estar tocando Death Metal. Este subgénero del metal habla de lo más oscuro y depravado a lo que puede llegar el ser humano; en nuestras letras es común hablar de masacres, violaciones, y muerte. Sobre todo de muerte. Venimos al Caquetá porque este es un departamento histórico que ha sufrido lo más profundo de la guerra y violencia en este país; nosotros somos muy críticos. Muchas bandas de Noruega y Europa hablan de todo ésto, pero es una mierda que ellos no han vivido; a nosotros, al igual que a Ramón y los otros parceros de Blasfemia, también nos han matado nuestros amigos. En Bogotá también ponían bombas en mi juventud, había atentados y asesinatos diarios, pero nada se compara con el Caquetá.
La canción que más ganas tenemos de tocar se llama “El libro de la muerte” que habla de un libro real de los paramilitares; en realidad es un manual detallado con más de quinientas formas de cómo torturar a un ser humano. Sabemos que el Caquetá es muy guerrillero, pero Florencia por eso mismo es la excepción, esta ciudad es muy paraca[3], y estamos muy felices de poder criticar toda esa maricada desde nuestras letras.
El documental se estrenará este 16 de agosto en Florencia Caquetá en la cuarta versión del Macabre Metal Fest.
[1] Osbourne, Ozzy. " Bark to the moon". Moonstock 2017 https://www.youtube.com/watch?v=2j3kF2EexDo
[2] Luque, Rebellion Germán. " Puño en alto". Furia y Metal .https://www.youtube.com/watch?v=7PFIY61n7DQ
[3] Forma despectiva de llamar a los paramilitares en Colombia.
[1] El festival de música extrema más grande del país y el segundo más grande de Latinoamérica.
[2] A partir de ahora abreviación para referirse al “Macabre Metal Fest Caquetá”