
Detenerse en el paisaje de Chinchiná es observar pequeñas laderas onduladas acorraladas por montañas, plantaciones de café, ceibas y guayacanes, que trazan con sus hojas, sus frutos y sus flores, caminos verdes, magentas, amarillos, rojos y blancos; mientras en su ambiente se respira un aroma a café producto del proceso de liofilización del grano. Por sus tierras cursan varios afluentes que son aprovechados para la producción eléctrica, provisionando a los departamentos aledaños aquella energía. Su ubicación estratégica se convierte en un lugar de paso que abriga con su calor a los nómadas del café. Por tanto, la gran economía de Chinchiná no sólo se mueve por la producción cafetera, sino también por las economías ilegales.
¿A QUÉ RESISTIMOS?
Por: Laura Hernández
Fotos: Bruno Sandstede
“Río de oro” llamaban nuestros ancestros a estas tierras cafeteras. Sus paisajes han mutado a lo largo de la historia según los ciclos del café, de la misma manera que con el ciclo de la vida. Tristemente ya no cambian por su curso natural, una maquinaria arrasadora del campo, solidificó estructuras para que el fruto maduro tiñera de sangre nuestro territorio mientras avanzábamos hacia el desarrollo. El desarrollo, como apología a la violencia, nos arrebató nuestro oro convirtiéndolo en Chinchiná, un municipio reconocido por su exquisito café, así como por el terror que se ha sembrado durante el paso del tiempo.
Aquella tradicional cosecha demuestra que Chinchiná ha sido un territorio marcado por dinámicas de vida rurales complejas de muerte, pues su economía se encuentra mediada no sólo por el grano, sino también por los comportamientos ilegales y de represión social ante los recolectores, catalogando a Chinchiná en el 2005 como uno de los municipios más violentos del Departamento y del Eje Cafetero, por su compleja situación de vida.
Por esto, crecer en Chinchiná es saber que, en el pueblo, había una escuela de sicariato y que no se podía salir después de las 11, porque a los niños malos, los acostaban las Águilas negras… Que esta realidad no sólo eran rumores, a cada rato se observaban en la cotidianidad, pequeñas pandillas uniformadas y armadas que llegaban a los paseos de río o que andaban en la noche merodeando en un jeep y vigilando las calles. Sin embargo, aquel paisaje, sólo se había convertido en una composición fotográfica de la crudeza que se reconoce como normal.
Dentro de este contexto cafetero han surgido modos de resistir a la compleja realidad, representadas en manifestaciones estéticas, artísticas y deportivas, las cuales proponen alternativas de vida diferentes al miedo y el terror establecido hegemónicamente mediante el uso sistemático de la violencia.
Es por esto, que en medio de conversaciones alrededor de una taza de café, denominamos Pervërxoz a nuestra apuesta de re-existencia; una banda de rock crossover nacida en Chinchiná en marzo de 2025, integrada por músicos, gestores y agentes culturales, que emerge como respuesta al trasegar histórico de más de veinte años de resistir a los escenarios de muerte, miedo, terror y no futuro, mediante la gestión de diferentes espacios para la juventud.
Pervërxoz, más que una banda, es una acción performática, política y experimental que condensa el sentir de las comunidades rurales y periféricas, explorando la distorsión como forma de denuncia, la irreverencia como estética sonora y la identidad campesina como acto de resistencia.
Este proyecto musical se configura no solamente como un laboratorio de creación colectiva, sino también como vehículo de investigación-creación-acción, en torno a las perversiones humanas, la música, lo popular y campesino, así como las violencias simbólicas, sistemáticas y estructurales que configuran la resignificación a las narrativas marginales.